Piérdete por Alemania: 12 experiencias bávaras
Publicado en 01. ene, 1970 por Sebastián Álvaro en General
© Walter G. Allgöwer
Panorámica del lago Hopfensee, cerca de Füssen, en la región alemana de Baviera.
Desde las cimas de los Alpes hasta las llanuras del Danubio, en la región de Baviera se dan todos los clichés de la Alemania más romántica: castillos de cuento de hadas, historias de reyes excéntricos, praderas con vacas que pastan plácidamente, tabernas campestres donde se beben tanques de cerveza cubiertos de espuma y pueblos medievales amurallados que parecen atrapados en el tiempo.
Pero Baviera también tiene otro tipo de atractivos, como una innovadora industria, un pasado lleno de luces y sombras, vinos de fama internacional, ciudades en las que resuena la música a lo grande y unas montañas llenas de senderos, pistas de esquí y paisajes para descubrir.
1 Las montañas del Rey Loco
© Proporcionado por Prisa Noticias
El recuerdo del excéntrico Luis II de Baviera, conocido como el Rey Loco, nos persigue al recorrer los Alpes Bávaros. Son unas montañas espectaculares, a modo de frontera natural con la vecina Austria, y salpicadas de aldeas pintorescas, balnearios clásicos y montones de posibilidades para el esquí, el snowboard, el senderismo, el piragüismo o el parapente. A los urbanitas bávaros les gusta escaparse a la zona de Garmish-Partenkirchen y lugares como Berchtesgarden, Füssen o Oberstdorf, perfectos como base de operaciones para recorrer la región.
Füssen es el punto álgido de la Ruta Romántica, con algunos castillos imprescindibles en cualquier viaje por el sur de Alemania. La visita (y la foto) imprescindible es el castillo de Neuschwanstein, uno de los más bellos del mundo, o al menos, el más romántico. Surge entre los picos de las montañas circundantes como un espejismo; a todos los que hayan visto La bella durmiente les resultará familiar.
El excéntrico Luis II de Baviera planificó personalmente este edificio de cuento de hadas con la ayuda, no de un arquitecto, sino de un escenógrafo. Lo imaginó como un gran escenario para recrear el mundo de la mitología alemana, inspirado por las óperas de su amigo Richard Wagner. La estancia más impresionante es la Sängersaal (Sala de los Trovadores), con frescos de escenas de la ópera Tannhäuser, pero el circuito guiado descubre otros espacios sorprendentes, como los dormitorios temáticos de Tristán e Isolda (con una enorme cama de estilo gótico), una estridente gruta artificial o el bizantino Salón del Trono, cuyo suelo de mosaicos tiene más de dos millones de teselas. A pesar de todo el dinero que invirtió el rey en su construcción, solo llegó a residir en el palacio 170 días en toda su vida.
Para obtener vistas de postal de Neuschwanstein hay que subir 10 minutos a pie hasta el Puente de María, que cruza el desfiladero del Pöllat por encima de una cascada, un poco más arriba del castillo.
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